
Mucha gente me pide consejos para organizar el viaje perfecto por la Riviera Maya y Yucatán. Lo cierto es que se trata de una zona con tantas opciones y tantos recursos para diferentes tipos de viajeros, que no puedo definir un viaje perfecto. Sin embargo, creo que mi última ruta por Yucatán ha sido lo bastante completa y equilibrada para que todo el mundo que pueda servir de inspiración a cualquiera que vaya a viajar por la zona.
Esta ruta la hicimos en coche de alquiler para tener total libertad. Viajábamos 3 personas (mi hermana, mi madre y yo) y priorizamos las experiencias auténticas sobre los reclamos turísticos, aunque hubo tiempo para todo.
Los indispensables de Yucatán
Para ubicarnos un poco, la península de Yucatán es la parte de tierra que separa el Golfo de México del Mar Caribe y está formado, en su parte mexicana, por los estados de Yucatán, Quintana Roo y Campeche. Esta zona se caracteriza por su pasado maya, una oferta turística inmensa, playas paradisiacas y pueblos llenos de encanto.
No mencionaré ningún lugar en concreto, pero estas son las cosas que debería incluir todo viaje a Yucatán:
- Explorar unas ruinas mayas
- Bañarse en un cenote
- Visitar un Pueblo Mágico
- Tomar el sol en algún paraíso caribeño
- Disfrutar de un buen hotel (que no tiene por qué ser caro)
- Tomar un agua de Jamaica con unos tacos
Mi ruta por la península de Yucatán
Era la primera vez de mi madre en esta zona, así que para esta ruta por la península de Yucatán tratamos de abarcar un poco de todo: cultura, diversión, relax y gastronomía. Aunque pasamos algunos días en lugares bastante turísticos, tratamos de alejarme un poco de los lugares más masificados y, sobre todo, dedicamos tiempo a cada parada, para no andar atropellados.
Día 1: Chetumal – Bacalar
Comenzamos nuestro viaje en el aeropuerto de Chetumal, al sur de la península de Yucatán, así que nuestra ruta iría dirección norte. Alquilamos un coche en el propio aeropuerto, con la posibilidad de devolverlo en el aeropuerto de Mérida. Es una opción más cara, pero ahorraba tener que volver a Chetumal.
Comenzamos el viaje en el aeropuerto de Chetumal porque era el que me salía más barato desde Ciudad de México, pero también se podría comenzar en el aeropuerto de Mérida o en el de Cancún.
El recorrido desde el aeropuerto de Chetumal a Bacalar duró unos 45 minutos y lo primero que hicimos fue irme a mi hotel a dejar el equipaje. Elegimos una villa para 3 personas en el Bluebayou Bacalar, un pequeño hotel dirigido por una familia, con acceso directo a la laguna de Bacalar.
No quedaba mucho tiempo para que se pusiese el sol, así que aprovechamos para darnos un baño en la laguna, sacar unas fotos y prepararnos para ir a cenar. Para la cena nos fuimos al pueblo de Bacalar, donde disfrutamos de un ambiente muy animado, con terrazas llenas de gente y locales con música en directo.
Día 2: Bacalar
Aprovechamos la mañana del segundo día para coger un kayak del hotel, que eran gratuitos y explorar la laguna, donde llegamos hasta la isla de los Pájaros. El agua en la laguna es como un plato, así que resulta muy fácil de navegar aunque no tengas experiencia.
Hacia el mediodía, nos fuimos a explorar el Pueblo Mágico de Bacalar y buscar un sitio donde comer. Visitamos el fuerte de San Felipe, paseamos por el parque y nos perdimos por las tiendas de souvenirs. Para ver todo lo que puedes hacer en Bacalar, visita este post.
Por la tarde teníamos reservado una ruta en barca a motor por la laguna, que nos llevó a todos los puntos de interés que hay allí. Tras la ruta, acabamos la tarde relajados en el pequeño pantalán del hotel, leyendo en las hamacas y dándonos un baño de vez en cuando. Para la cena volvimos al pueblo a disfrutar del ambiente y unos mojitos con música en vivo.
Día 3: Bacalar – Tulum
El tercer día aprovechamos la mañana en la laguna de Bacalar hasta que nos tocó coger el coche hacia Tulum, del que nos separaban algo más de dos horas y media.
No recuerdo el nombre del apartamento que elegimos en Tulum, pero si no necesitas estar en primera línea de playa, puedes encontrar opciones muy baratas con unas instalaciones estupendas. La oferta hotelera es tan grande en Tulum que no hace falta buscar mucho.
Cuando llegamos era tarde y estábamos cansados, así que aprovechamos para hacer la compra, disfrutar de la pileta del apartamento y hacer la cena en él.
Día 4: Tulum
Nos despertamos temprano para ir a visitar las ruinas mayas de Tulum. Visita que completamos con una excursión en lancha para ver las ruinas desde el mar y hacer esnórquel para ver manta rayas. Entre el madrugón, el calor y la energía consumida, nos apetecía un plan tranquilo para comer, así que nos fuimos a un beach club. Allí disfrutamos de una buena comida y unas chelas, mientras escuchábamos música relajada en la playa y nos dábamos algún baño. El beach club que elegimos se llama Cinco Tulum porque está prácticamente al lado de las ruinas de Tulum. Es una muy buena opción, pero hay muchos otros que también están muy bien.
Tras volver al hotel, nos preparamos para la cena y para disfrutar de la noche de Tulum, donde encuentras ambientes para todos los gustos, desde clubs con terrazas tranquilos, hasta discotecas multitudinaria.

Día 5: Tulum
Para nuestro segundo día en Tulum, queríamos alejarnos un poco de las multitudes, así que decidimos ir a pasar el día a la Reserva Natural de Tulum, que es un gran trozo de costa cercana a la zona hotelera, que se mantiene bastante virgen. Allí hay un par de beach clubs bastante humildes donde puedes comer, mientras disfrutas de la playa en soledad. Aunque estar prácticamente solos en una plaza del Caribe está muy bien, es cierto que el lugar está un poco descuidado y un poco sucio. Además, nos coincidió en época de sargazo, lo que le quitaba un poco de encanto al lugar.
Hacia la tarde noche teníamos entradas para ver al Circo del Sol con su espectáculo Joyá, que es una de las mejores experiencias de ocio que puedes tener en Riviera Maya.
Día 6: Tulum – Valladolid
Terminamos nuestra experiencia en Tulum para encaminarnos a Valladolid a disfrutar de un tipo de turismo totalmente diferente. En un trayecto de solo hora y media dejamos la masificación de Tulum para encontrarnos en un pueblo mágico lleno de historia y cultura.
Lo mejor que se puede hacer en Valladolid es perderte por sus calles y empaparte de su esencia. Es un pueblo tranquilo, de gente amable con un gran pasado revolucionario. En la plaza principal nos mezclamos con la gente que allí se reunía al caer la tarde, nos dejamos llevar por sus tiendas de artesanías y restaurantes y, al caer la noche, recorrimos la icónica Calzada de los Frailes hasta el Convento de San Bernardino de Siena, donde proyectan un espectáculo de luces sobre la fachada que te cuenta la historia del pueblo.
Sabíamos que pasaríamos el día explorando Valladolid y que al día siguiente saldríamos temprano, así que allí nos hospedamos en un hotel básico, de lo más económico que encontramos. Una cama cómoda, un lugar limpio y aire acondicionado, no hace falta más.

Día 7: Valladolid – El Cuyo
El séptimo día fue uno de los más completos, así que tocaba madrugar mucho. Nuestra primera parada eran las ruinas mayas de Chichén Itzá (a unos 45 minutos) y queríamos estar allí cuando abriese sus puertas para evitar masificaciones de turistas. Valió la pena madrugar, pues pudimos ver todo el complejo de Chichén Itzá con muy pocos turistas y cuando aún no hacía mucho calor. Solo al final de nuestra visita, empezaron a llegar los buses llenos de turistas y empezaba a apretar el calor, así que compramos un par de recuerdos y continuamos nuestro viaje.
Llegaba uno de los momentos más esperados del viaje: bañarse en un cenote. En el entorno de Valladolid hay muchísimos cenotes, algunos muy famosos, pero queríamos tener una experiencia más auténtica y disfrutar de un cenote con poca gente. Por eso nos decidimos por el Cenote Palomitas. Fue una buena elección, ya que pudimos disfrutar del cenote prácticamente solos. Se trata de un cenote prácticamente cerrado, con apenas una entrada de luz en su parte más alta. Resulta difícil describir la experiencia de bañarse allí, pero es maravillosa. Al entrar, desciendes unos cuantos escalones, como adentrándote en una caverna enorme, hasta que llegas a una especie de lago subterráneo enorme, de aguas cristalinas, donde te vas a bañar. Sin duda es algo muy recomendable.
Salimos bien frescos del cenote para enfrentarnos al calor del día y a 2 horas y media de carretera para llegar a nuestro siguiente destino: El Cuyo. Finalmente, las 2 horas y media se convirtieron en 3 al encontrarnos un tronco caído atascando la carretera. Fue un engorro, pero, a la vez, fue una experiencia bonita colaborar con gente de la zona a quitar le tronco del medio. Finalmente llegamos a El Cuyo con el tiempo justo para darnos una ducha en el hotel, cenar algo y dar una pequeña vuelta por el pueblo.

Días 8 y 9: El Cuyo
Teníamos claro que en nuestra ruta queríamos incluir un par de días en un paraíso de playa. Uno de esos sitios donde el tiempo parece que transcurre más despacio y puedes pasar el día descalzo y en bañador. Contábamos con que Isla Mujeres y Holbox estuvieran bastante masificadas, por eso decidimos escapar de la gente e irnos a El Cuyo. Además, sabíamos que estábamos en época de sargazo y que este problema no llega a El Cuyo.
El Cuyo es una pequeña población de pescadores que se encuentra dentro de la Reserva de la Biosfera Ría Lagartos. Tiene la particularidad de que está rodeada al norte por las aguas del Golfo de México y al sur por el estuario del Río Lagartos. El estuario destaca por la presencia constante de flamencos y otras muchas aguas. Se trata de un lugar muy tranquilo, con una pequeña oferta hotelera orientada hacia el ecoturismo.
Nos hospedamos en las cabañas de Casa Mate, un pequeño hotel en primera línea de playa, donde la arena llega a la misma puerta de las habitaciones. El día transcurría entre paseos por la playa, relax en tumbona y muchos baños en sus aguas maravillosas. Cuando el sol empezaba a caer, nos acercábamos al pueblo y nos mezclábamos con la población local, que tiene mucha costumbre de reunirse y hacer vida social al final del día.
Hay que decir que este lugar es un paraíso, pero que no vale para todo el mundo. Si buscas vida nocturna, grandes hoteles o muchas alternativas de ocio, este no es tu lugar. En cambio, si aprecias la tranquilidad, la vida sencilla y una experiencia auténtica, este lugar te encantará.
Día 10: El Cuyo – Mérida
Tocaba coger el coche para dirigirnos a la última etapa de nuestra ruta: Mérida. Teníamos 3 horas y media de coche por delante, así que decidimos hacer una paradita para comer por el camino.
El lugar elegido para nuestra parada fue el Pueblo Mágico de Izamal. Este pueblo se caracteriza por el color amarillo de todas sus construcciones y por estar levantado sobre unas ruinas mayas, por lo que no es difícil encontrarse restos de pirámides u otras construcciones mayas, lindando con las viviendas del pueblo. Recorrimos el pueblo, visitamos el convento de San Antonio de Padua y comimos como reyes (mayas) en el Kinich, uno de los mejores restaurantes del pueblo.
Con la barriga llena y un poco descansados, tuvimos que continuar viaje hacia Mérida, a donde llegamos al caer la tarde.
Mérida es la capital del estado de Yucatán, una ciudad bastante grande y con muchísimo ambiente. Esa tarde nos dedicamos a deambular por el centro de la ciudad, disfrutando de sus plazas, mezclándonos con sus gentes y disfrutando de unas marquesitas. Tras la cena, nos dirigimos a uno de los locales con más ambiente de la ciudad: La Negrita, un local con música en vivo que siempre está lleno de gente bailando.

Día 11: Mérida
Teníamos todo el día para explorar la ciudad de Mérida, pero nada más pisar la calle, nos dimos cuenta que el calor abrasador no nos permitiría largas caminatas. Así que nos lo tomamos con calma, alternando visitas a los lugares más emblemáticos con paradas para tomar algo fresco. Así, entre naranjadas y chelas, visitamos la Plaza Grande, la Catedral de San Idelfonso, la Casa de los Montejo y hasta deambulamos por el barrio colonial.
Por la tarde nos relajamos en el hotel y nos preparamos para una buena visita a La Negrita, esta vez llegando antes, pues cierra bastante temprano.
Día 12: Mérida – Ciudad de México
Tocaba despedirse de nuestra maravillosa ruta por Yucatán. El último día solo tuvimos tiempo de dar una pequeña vuelta por Mérida para comprar los últimos recuerdos del viaje antes de irnos hacia el aeropuerto. Allí dejamos el coche de alquiler y nos dispusimos a coger el avión para Ciudad de México.
En apenas 12 días pudimos recorrer la península de Yucatán de sur a norte, visitamos 3 pueblos mágicos, 2 ruinas mayas, la gran laguna de Bacalar, nos bañamos en un cenote, disfrutamos de playas paradisíacas y de espectáculos mágicos. Un viaje de lo más completo, donde hubo para todos los gustos.
Si estás preparando tu viaje a la zona y eres aventurero, te aconsejo que alquiles un coche y explores la península de Yucatán a fondo. Tiene mucho que ofrecer y para todos los gustos, seguro que con la info que te doy y la de otros blogs, puedes montar un viaje a tu medida que no olvidarás.